El Oráculo de Nosgoth
Ariel aconseja a Kain cuando éste regresa a los Pilares que encuentre al Oráculo de Nosgoth…
Ariel: Ah, el señor regresa con las manos vacías. ¿Te ha esquivado el Sárafan? Muy bien, ve al este del bastión de Malek. El Oráculo te ayudará.
Desde un promontorio, Kain divisa la entrada a la cueva del Oráculo…
Kain (vo): En lo alto de la ladera de estas montañas , escondido entre una compleja red de cuevas, la identidad del sabio Oráculo permanecía oculta. Quizá fuese hora de desafiar a los vientos y buscar al Oráculo desde la privilegiada posición de los cielos.
Mortanius: Oh, pequeño vampiro, el juego se vuelve interesante. Pero con tantos peones ¿podrás encontrar al auténtico jugador?
Dentro de la cueva, Kain encuentra diversos objetos expuestos en lo que parece una especie de museo…
Kain (vo): El escudo estaba recién forjado. El destello de su metal brillaba a la luz del fuego. El emblema, no lo reconocí.
Kain (vo): Reconocí este blasón de mi juventud. Este es el emblema del portentoso León de Willendorf, manchado de sangre y oxidado sobre este escudo deteriorado.
Kain (vo): Una guillotina. Su hoja aún seguía impregnada de sangre.
Kain (vo): Curioso. Esta armadura se parecía a la del guardián y a la de sus discípulos. Pese a eso, el acero parecía recién forjado, sin deteriorarse por el paso del tiempo.
Kain (vo): Escondido entre los muchos artefactos oscuros en ese museo, descubrí un antiguo relato. Este pasaje me cautivó:
Fue durante estos tiempos oscuros infestados con la plaga de los muertos vivientes cuando el Círculo trajo a los Sárafan a la existencia. Entrenados para ser devotamente leales al Círculo y los perfectos exterminadores de la plaga de los no-muertos, fueron liderados hacia muchas victorias por el recto paladín Malek. Purificaron a los vampiros con fuego y mandaron sus almas a reinos más sagrados. No hay cólera tan terrible como la del justo.
Suficiente lectura. A la vez disgustado e intrigado, dejé el libro en ese museo.
Kain avanza por la cueva hasta que por fin encuentra al Oráculo frente a un fuego que calienta un caldero…
Oráculo: ¿Un noble? ¿Buscando sabiduría? La muerte te ha enseñado bien.
Kain: ¡Basta de filosofía! Busco respuestas.
Oráculo: Respuestas en efecto. Las tengo todas si tú tienes las preguntas. ¿Y cuáles son las preguntas para estas respuestas?:
El rey Ottmar, la única esperanza para derrotar a las legiones de la Némesis. El rey Ottmar, paralizado por el mal de su princesa. El rey Ottmar, el inútil.
Diga, buen señor. ¿cuáles son las preguntas?
Kain: ¡Déjate de engaños y palabrería, viejo! Contéstame a esto: ¿Quién es Malek y cómo puedo derrotarle?
Oráculo: Todo a su tiempo, señorito. Sí, tiempo. A menos que lo domines, él te dominará a ti. Y ahora es hora de tu respuesta:
Malek, defensor de los Nueve y el último de los sacerdotes-guerreros Sárafan. Su vanidad condujo a la matanza del Círculo a manos del vampiro Vorador. Por su error, su espíritu fue fusionado a una infernal armadura mágica. Él no ha dejado que ningún miembro del Círculo caiga desde entonces.
Kain: ¿Y ese tal Vorador?
Oráculo: Sigue el resplandor del Ignis Fatuus hacia el bosque Termagente.
Kain: ¿Ignis Fatuus?
Oráculo: El Ignis Fatuus alumbra el camino hacia el infierno, noble. Tu camino.
Es la hora, Kain. Hasta la próxima…