El creador de muñecas
Kain (vo): Frente al Pilar de la Dimensión, dejé el ojo de Azimuth.
Ariel: Bien hecho. Has encontrado el juguete de Moebius.
Azimuth, no contenta con invocar a monstruos demoníacos, robó el dispositivo de flujo temporal para traer también a criaturas de otras épocas. Ten cuidado con el dispositivo, Kain. Te transportará en el tiempo.
Las legiones de La Némesis avanzan desde el norte, aplastándolo todo a su paso. No hace mucho, La Némesis era conocida como Guillermo el Justo, un cariñoso y bondadoso benefactor de su reino.
Pero cuando su ejército creció en fuerza y él mismo se creció en poder, el velo de la tiranía cayó y un sólo reino no era suficiente. Demasiadas ciudades, demasiados muertos. Seguramente Willendorf será la siguiente.
La Némesis debe ser detenida o todo estará perdido…
Kain (vo): ¿Cómo puede un hombre detener un ejército?
Ariel: Debes reunir las fuerzas de Willendorf. Ellas son la última esperanza de Nosgoth.
Así pues, Kain parte hace Willendorf…
Kain (vo): El espectro de Ariel me condujo hasta Willendorf. Si tenía que derrotar al siguiente miembro del Círculo, necesitaría comprender sus maquinaciones. Con este vago consejo en mente, me puse en marcha camino de Willendorf.
En un punto del camino, Mortanius se revela a Kain…
Mortanius: Curioso, ¿no, Kain?
Que nadie pueda aceptar por completo lo que es. Tú en tu muerte y yo en la mía. Pero la muerte no puede reinar en un mundo sin vida y pronto descubrirás que la búsqueda que te queda es tuya y sólo tuya.
Ya no podré ayudarte más.
Kain observa un letrero con el nombre de la ciudad de Willendorf…
Kain (vo): Willendorf, orgulloso defensor del reino, con su élite de guerreros y su poderoso gobernante rey Ottmar. El trono del León contó una vez con mi lealtad, pero los días de gloria de Willendorf pasaron y era el último bastión contra un futuro incierto.
Si Kain intenta entrar al castillo de Willendorf…
Kain (vo): Parecía que sólo aquellos de descendencia noble tenían posibilidades de atravesar las ilustres puertas del castillo de Willendorf y el encantamiento que había creado con mi disfraz no era suficiente para burlar a estos Soldados de la Esperanza.
Necesitaría una ilusión más fuerte para engañarlos.
Ante la entrada a unas minas, Kain deduce que podrá conseguir algo para entrar en Willendorf…
Kain (vo): El poderoso Willendorf había excavado en las entrañas de la tierra, cosechando un generoso botín de metales preciosos y desenterrando antiguos secretos. Entre estos secretos, oí hablar de una tumba que contenía un antiguo antepasado del mismo rey Ottmar.
Dentro de la tumba, una fuente de sangre me permitiría interpretar la más noble de las ilusiones y conseguir acceso a la ciudad del poderoso León.
Dentro de la ciudad, Kain visita la biblioteca de Willendorf…
Kain (vo): La gran biblioteca de Willendorf, repleta de aburridos tomos con vulgares relatos escritos por pedantes historiadores sobre materias que no era posible que fuesen de interés para nadie excepto para ellos mismos.
Dentro de esta biblioteca, Kain lee dos libros que le llaman la atención…
Kain (vo): El libro hablaba del nacimiento del Círculo. El Círculo servía a los Pilares, protectores del extraño poder que da vida a nuestro mundo. En el improbable caso de la muerte de un miembro, el Círculo permanece roto por un tiempo, hasta que los Pilares pueden escoger un digno sucesor.
Cogí otro interesante libro sepultado entre los tomos de la biblioteca. Hablaba de un pequeño culto que existía en Nosgoth en épocas pasadas. Adonde quiera que fuesen, extraños relatos de posesiones de humanos les seguían. Poco se conoce del dios al que adoraban.
Finalmente, Kain accede a la estancia de Ottmar…
Kain (vo): La corte del rey Ottmar, sombra de mi antigua existencia. Orgullosa y absorta en sí misma, rodeada de todo lo refinado del reino. Segura en su ignorancia.
Mientras caminaba entre ellos me jactaba pensando en la carnicería que les aguardaba a manos de las legiones de La Némesis… el glorioso fuego, los inevitables saqueos y el pillaje.
Un cortesano impide el acceso a Kain a la estancia Real…
Kain: ¡Largo de aquí, plebeyo! ¡El hedor a campo cuelga sobre ti como una mortaja!
Cortesano: ¡El rey no recibe a nadie! ¡Está de luto por la princesa!
Kain: Estará de luto por su reino pronto. ¡Y estará de luto antes por ti si no te quitas de enmedio!
Kain (vo): Y así conseguí audiencia, pese a su estado, con Ottmar.
No se preocupaba por los ejércitos invasores del norte. Sólo por la situación de su niña.
Ottmar: …un regalo de cumpleaños.
Para celebrar su cumpleaños convoqué un concurso. El que crease la mejor muñeca del reino sería condecorado con un favor real.
Cientos de muñecas fueron presentadas, pero el ganador estaba claro: Elzevir, el Creador de Muñecas, creó un juguete de tal belleza que todos quedamos cautivados por él. Y todo lo que pidió a cambio fue un mechón de su cabello.
Poco después ella se quedó así: una muñeca sin vida. ¡Aquel que la haga volver en sí, recibirá este reino!
Kain (vo): Y así mi búsqueda del creador de muñecas comenzó.
Ottmar: Hija mía… Me temo que nunca volveré a oir su delicada risa de nuevo…
Antes de marcharse, Kain observa a Ottmar…
Kain (vo): Ottmar se desplomó en su trono como una muñeca de trapo, salpicando su barba con las lágrimas de su propia autocompasión.
En mi corte, hace mucho que su trono habría sido usurpado por alguien más fuerte pero en Willendorf le reverenciaban, incluso en su debilidad. Me pregunté qué haría Willendorf cuando llegase finalmente la muerte de Ottmar.
Cuando encuentra a unos centinelas que le impiden el camino…
Kain (vo): Con los cuchicheos de la corte supe que el ejército de la Última Esperanza, orgullosa milicia de Willendorf, no estaba en condiciones de enfrentarse a las legiones invasoras de La Némesis. Estaban ocupadas peinando las tierras del norte, en busca del Creador de Muñecas y de la hija de Ottmar.
También descubrí un túnel, que me llevaría rápidamente de Willendorf al área que rastreaban.
Kain llega hasta otra ciudad…
Kain (vo): Ésta llegó a ser una de las ciudades más académica de todo Nosgoth, albergue de las más prestigiosas universidades. Y aunque no me importaban sus libros perdidos, me horrorizaron las cicatrices dejadas al mundo a manos de La Némesis.
Al fin, Kain encuentra al creador de muñecas…
Kain: ¡Elzevir! ¡Vengo a por el alma!
Elzevir: Así que Ottmar te ha enviado para matarme ¿eh? Puedo olerle en ti. ¿O es el hedor a tumba?
Kain: Creador de muñecas… ¡no tengo tiempo para juegos!
Elzevir: ¡El alma es mía! ¡Me la gané! ¡Ottmar me la dio!
Kain: ¡Entonces te la ganarás con sangre!
Elzevir: ¡No la conseguirás! ¡Es mía! ¡Mía! ¡Mía!
Kain degüella a Elzevir…
Elzevir: Adiós, amor mío… Fui afortunado al crearte…
Kain (vo): Menudo hombrecillo… Ahora, a encontrar el alma.
Después, encuentra la muñeca sin mucho esfuerzo…
Kain (vo): Elzevir aprisionó el alma de la chica en una pequeña muñeca artesanal. Las intenciones del viejo nunca las sabré.