Prólogo
Kain: ¡Por fin! Debo decir que me decepciona tu actuación. Imaginé que llegarías antes. Dime, ¿tuviste remordimientos al aniquilar a tus hermanos?
Raziel: ¿Los tuviste tú al enviarme al abismo?
Kain: La eternidad es implacable, Raziel.
Cuando logré entrar por vez primera en esta sala hace siglos, no comprendía el verdadero poder del conocimiento. Conocer el futuro, Raziel, ver sus sendas y cauces trazándose hacia el infinito. Como hombre, nunca hubiera podido retener tales verdades prohibidas. Pero ambos somos más de lo que fuimos en su día.
¿No sientes con toda tu alma que nos hemos convertido en dioses? Y como tales ¿Acaso no somos indivisibles? Mientras uno de nosotros siga en pie seremos legión.
Nuestros futuros están predestinados. Moebius predijo el mío eones atrás. Ambos desempeñamos el papel que el destino nos ha escrito. El libre albedrío es una ilusión.
Raziel: He encontrado la tumba de los Sárafan, Kain. ¡¿Cómo pudiste profanar a un sacerdote convirtiéndolo en vampiro?!
Kain: ¿Y cómo no iba a hacerlo? Hay que mantener cerca a los amigos Raziel, y a los enemigos todavía más ¿Quién mejor para servirme que aquellos cuya pasión supera toda noción de bondad y maldad?
Raziel: Los Sárafan eran salvadores que defendieron Nosgoth de la corrupción que nosotros representamos. Ahora lo veo todo claro, Kain. No hay nobleza en la muerte viviente a la que forzaste a mi reacio cadáver.
Kain: Puede que hayas descubierto tu pasado pero no sabes nada de él. ¿Piensas que los Sárafan eran nobles y altruistas? No seas ingenuo, sus objetivos eran los mismos que los nuestros.
Casi me vences, Raziel, pero esto no acaba aquí ni de este modo. El destino promete más giros antes de revelar completamente el drama.
Kain atraviesa el portal de la corriente de flujo temporal. Raziel lo sigue y viaja a través del tiempo apareciendo en una estancia diferente donde es recibido por Moebius…
Moebius: Raziel, redentor y destructor. Peón y mesías. Bienvenido alma viajera del tiempo.
Bienvenido, a tu destino.