El vampiro Vorador
Nadando a través del túnel subterraneo, Raziel llega a un lúgubre pantano…
Raziel (vo): Aparecí en un lugar muy diferente. La luz del día apenas penetraba la densa bóveda del bosque.
Allí descubrí unas antiguas ruinas. Sin duda, una de las cámaras de flujo del tiempo de Moebius, pero sellada y abandonada para ser engullida por el pantano con el tiempo.
No disponía de los medios para romper el sello. Pero pensé que llegaría el momento en el que podría hacerlo.
Raziel se da cuenta de quién lo venía observando…
Raziel (vo): Así que mi oculto observador estaba al descubierto. La criatura desapareció cuando comprendió que la había descubierto, pero pude verla fugazmente y sus rasgos eran inconfundibles. Se trataba del vampiro Vorador, el monstruoso asesino retratado en la fortaleza.
Me extrañó que una criatura tan osada como para asaltar el Círculo en solitario evitara enfrentarse a mí. Muy bien. Si Vorador no venía a mí, tendría que ir yo a él. Pero primero, tenía que encontrar la manera de llegar hasta el bancal.
Adentrándose en el pantano, Raziel descubre un camino hacia las tierras del norte…
Raziel (vo): Parecía haber un pasaje que llevaba al norte, hacia las montañas. Sin embargo la apertura estaba obstruida y fuera de mi alcance. Quizá más tarde encontraría la manera de salvar esos obstáculos.
Raziel llega hasta el balcón donde vió a Vorador aunque observa que está vacío. Sin embargo, un viejo edificio llama su atención…
Raziel (vo): No había rastro de mi acechante amigo, pero encontré unas ruinas más interesantes aún. Reconocí los símbolos arcanos de la cámara situados bajo los pilares y comprendí que también este santuario estaba sellado para todos, excepto para el portador de la Segadora.
Dentro del edificio, Raziel contempla las imágenes que decoran las paredes…
Raziel (vo): Por todas partes en el santuario había murales sobre la raza alada y la guerra apocalíptica contra sus misteriosos e igualmente inhumanos adversarios.
Al parecer, estos seres alados no sólo eran los arquitectos de los Pilares, sino también de este enigmático lugar. Y al igual que la cámara de los Pilares, este santuario estaba completamente decorado con imágenes de la Segadora, retratada a modo de objeto sagrado.
Raziel consigue activar la fragua de la Oscuridad…
Raziel (vo): Mientras me acercaba al altar, sentí repentinamente que la Segadora tomaba rápidamente voluntad propia. Igual que en la capilla de Guillermo, el equilibrio de poder se desplazó tangiblemente.
Con voracidad y determinación, la Segadora de Almas tenía el control y yo no era más que su marioneta. La Segadora se hundió en el misterioso altar y devorando la energía que manaba de su interior, consumió todo el poder de este lugar.
Saciada, la Segadora me liberó y comprendí cuando recuperé el control que aquellos antiguos santuarios eran fraguas construidas para mejorar la Segadora con poder elemental.
Saliendo al patio del santuario, Raziel dirige su mirada hacia una pila elemental…
Raziel (vo): Entonces comprendí el propósito de las misteriosas cuencas que había visto a lo largo de mi viaje. Eran pilas elementales, cada una vinculada a una esencia primaria.
Cuando forjé la espada, todas las pilas en Nosgoth, con la misma sintonización elemental se activaron simultaneamente. Las mejoras de la segadora nunca fueron permanentes, pero con esas pilas podía volver a bautizar la espada sumergiéndola en la energía elemental que destilaban.
La puerta que da acceso a la salida llama la atención de Raziel…
Raziel (vo): Círculos concéntricos, uno eclipsa al otro. Reconocí el símbolo de la puerta sellada de otro antiguo santuario. El que vi en el lago, fuera de la fortaleza Sárafan. Quizá ahora, armado con el poder elemental de la Oscuridad, podría regresar y tener acceso.
Abandonando el santuario, Raziel encuentra al vampiro Vorador…
Vorador: ¡Eres una harapienta imitación de salvador!
Raziel: Vorador.
Vorador: Veo que mi reputación me precede.
Raziel: Así es.
Vorador: Espero que sea buena.
Te he estado observando desde que saliste de aquella maldita fortaleza. Es extraño que tu llegada coincida con la corrupción de los Pilares. Pero me pregunto ¿eres el catalizador de estos acontecimientos o la respuesta a ellos?
Raziel: No sé qué quieres decir.
Vorador: Entonces hablaré claro. Desconfío de tus orígenes, extraño. Viéndote arrastrarte desde las pútridas profundiades del torreón de Moebius me pregunto qué te propones.
¿Y qué decir de tu apariencia? Está claro que no eres humano. Eres más demonio que vampiro. En cuanto a los Pilares no es simple coincidencia que tu llegada a ese claro anunciara su decadencia. Y por eso te pregunto: ¿Eres el instrumento de la destrucción de los Pilares o su salvación?
Raziel: Nada de eso.
Vorador: Muy bien. Veamos la otra cara de la moneda.
Te he seguido de cerca y he visto como desenterrabas con total indiferencia secretos que han estado sellados y prohibidos durante miles de años. La senda que has recorrido sólo está abierta para una criatura. No sabes lo que eres ¿verdad?
Raziel: He sido muchas cosas. Si me consideras ignorante, ilústrame.
Vorador: ¿Y para qué? En este mundo ya no hay redención posible. Que se lo quede el ganado humano.
Raziel: Esperaba algo mejor de ti que una sumisa capitulación.
Vorador: He aprendido con tantos siglos de persecución.
Hace quinientos años, nuestra raza fue casi exterminada por las fanáticas cruzadas de los Sárafan. Ahora se repite el mismo drama enfermizo. En apenas una década, el ejército de salvajes de Moebius casi ha logrado lo que los Sárafan no pudieron.
Vampiros entrometíendose en asuntos de humanos. Mira donde nos ha llevado.
Raziel: ¿Entonces qué he de hacer con estos secretos que he descubierto? Las representaciones de la raza alada, los Pilares y la Segadora.
Vorador: Cuentos de hadas, muchacho. Delirios de una antigua cultura aferrada a la esperanza mucho después de que el mundo la haya dado por perdida. Su estirpe se fue agotando hasta que sólo quedó uno de los antiguos, alentado exclusivamente por la obligación y su inquebrantable fe en las viejas profecías.
Pero aunque seas quien parece ser, ya no tiene importancia. Llegas demasiado tarde.
Janos Audron, el guardián de la Segadora, el último de los antiguos y mi creador fue asesinado por los Sárafan hace casi cinco siglos. Sólo él tenía las respuestas que buscas. Pero se llevó sus secretos a la tumba.
No logro comprender cómo has llegado tan lejos sin su guía, y sin la Segadora, robada hace quinientos años por los Sárafan. Me temo, amigo mío, que a ti y a todos nosotros nos ha abandonado la suerte.
Vorador se desvanece dejando a Raziel solo de nuevo…
Raziel (vo): No tenía porqué desconfiar de Vorador más que de cualquier otro. De hecho, el antiguo vampiro era el ser más franco que había encontrado hasta entonces.
Si Janos Audron era la clave de todo esto, entonces daría con él y el dispositivo temporal de Moebius me proporcionaría el camino, pero primero tenía que encontrar una forma de volver a la fortaleza, y sospechaba que la hallaría en el misterioso santuario del lago.