La guarida
Umah (susurro): Saludos, Kain.
Kain: Evitaste a los guardias.
Umah (susurro): Sólo eran humanos. Bienvenido a una de las glorias de nuestra bella ciudad: la guarida del Contrabandista.
Si los barrios bajos te han parecido miserables descubrirás que este lugar es todavía peor. Ladrones y rufianes gobiernan las calles y por supuesto los Sárafan tienen sus propios negocios turbios.
Aparte de problemas, no esperes mucha ayuda de sus habitantes.
Kain: No necesito su hospitalidad. ¿Dices que debo encontrar la guarida del Contrabandista?
Umah (susurro): Sí. Está oculto en algún lugar de este barrio, no sé dónde. Le he pedido a un miembro de la Cábala que te ayude. Lo encontrarás en la taberna, en lo más profundo del barrio.
Kain: ¿Cómo sabré quién es esa persona?
Umah (susurro): Él te reconocerá. Encuentra la taberna rápidamente. Hablaremos de nuevo más tarde.
Adentrándose en el barrio, Kain llega hasta la taberna en la que encuentra a la persona de la que Umah le habló…
Humano: Señor, permítame un momento.
Kain: ¿Me conoces?
Humano: Recibí instrucciones para encontrarle. Sí, sí, señor, soy simpatizante de la Cábala, señor, como muchos en esta ciudad. Estoy aquí para ayudarle.
Kain: Entonces hazlo, no faltaba más.
Humano: El túnel del Contrabandista que busca está oculto en una caverna subterranea. Los ladrones entran por un camino que hay en el exterior de la iglesia, pero no permiten entrar a nadie más. Usted, señor, debe ir más allá de la iglesia y encontrar un elevador. Éste le llevará bajo tierra.
Kain: ¿Dónde se encuentra exactamente ese elevador?
Humano: En una manzana derruida del barrio más allá de la iglesia. Señor, recuerde que en la iglesia sólo pueden entrar los ladrones. Los guardias le atacarán en cuanto le vean.
Kain: Tendré cuidado.
El tabernero se percata de la presencia del vampiro. Enseguida da la voz de alarma…
Tabernero: ¡Socorro! ¡Que alguien me ayude, por favor! ¡Guardias! ¡Llamad a los Sárafan!
Los guardias Sárafan acuden y se quedan vigilando la puerta principal.
Tras salir de la taberna por el pasaje secreto, Kain continua su camino hasta que llega a una estancia en la que encuentra a un viejo conocido…
Faustus: Bueno, bueno… Nuestro señor estaba en lo cierto. Estas vivo, Kain. ¿Ya no recuerdas a quien te sirvió tan bien?
Kain: ¡Eres Faustus!. Uno de los legionarios de mi ejército de vampiros. Entonces un soldado más, pero ahora un traidor a nuestra raza.
Faustus. Entonces es cierto. Apenas puedo creerlo. Los vampiros se han vuelto contra su propia raza.
Faustus: ¿Qué es nuestra raza? Sirviendo a los Sárafan tengo protección y poder. ¿Y quién mejor para cazar a un vampiro que otro vampiro más poderoso?
Kain, la Historia la escriben los vencedores. ¡Esa es mi raza!
Kain: ¿Cuántos de los nuestros han sido destruidos por los Sárafan? ¿Cuántos han muerto a tus manos?
Faustus: No me preocupan aquellos destinados a morir. No lloré por ellos y no lo haré por ti.
Kain: Mira a tu alrededor, Faustus. ¿Crees tener la victoria ahora?
Faustus: Un leve contratiempo. Nuestro señor sabe de tu presencia. Te derrotó antaño y terminará contigo ahora.
Kain: Pero tú nunca sabrás cómo terminara porque acabaré contigo antes.
Tras demostrar Kain a Faustus su inferioridad en la lucha, éste huye hacia otra sala…
Faustus: Tengo una sorpresa para ti, Kain.
Tras conseguir derrotar por completo a Faustus, Kain se apropia de la dote oscura de Faustus…